Los estudios de acústica de salas para música están pasando, en la Argentina, por una etapa extraordinaria. A la restauración del Teatro Colón, que instaló la acústica en la portada de casi todos los medios, se le sumaron el proyecto o la construcción de varias salas de gran capacidad en la ciudad de Buenos Aires, como la Usina de la Música, en la Boca; el Centro Cultural Bicentenario, en el viejo edificio del Correo Central; el restaurado teatro 25 de Mayo, en Villa Urquiza, y numerosas salas de capacidad media en las que la acústica es parte medular del diseño.
También se están construyendo importantes salas en Posadas, Neuquén, Cipolletti, Paraná, San Juan y Pergamino, y está en fase de diseño un proyecto de gran envergadura en Rosario.
Esta situación hace que, al margen de la habitual discusión en los ámbitos académicos pertinentes, la acústica de salas haya cobrado notoriedad pública en los últimos años.
Se habla de acústica en radio y televisión, es tema recurrente en foros sociales de internet y aparecen numerosos artículos en la prensa escrita no especializada. Son frecuentes los comentarios del tipo ‘esta sala suena mal’ o ‘el Colón es el teatro con mejor acústica en el mundo’. ¿Qué quiere decir todo esto? ¿Qué es la buena acústica? Aunque quizá sea más pertinente preguntarse:
¿buena acústica para qué? O aun: ¿buena acústica para quién?