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El artículo aborda el desarrollo y aplicación de la Cartografía Social gaúcha o “de los encuentros” desde 2007, destacando su evolución y los aportes metodológicos en la construcción de mapas comunitarios. Esta forma de cartografía surge a partir de la colaboración interdisciplinaria entre geógrafos, trabajadores sociales, sociólogos, arquitectos y antropólogos, consolidándose como una herramienta fundamental en la planificación urbana, rural, la gestión ambiental y la implementación de políticas públicas. Se detalla cómo esta metodología se ha aplicado en diversas experiencias académicas y prácticas, favoreciendo la creación de "planos comunes” que integran las experiencias colectivas de las comunidades, superando la observación externa y buscando una implicación activa en la construcción territorial. Se enfatiza también en cómo el desarrollo de este tipo de cartografía social no pretende generar representaciones, sino que apunta a producir colectivamente. Se subraya la importancia del intercambio de saberes y la participación comunitaria, donde los propios sujetos sociales contribuyen a la creación de los mapas, visibilizando aspectos que las cartografías tradicionales suelen omitir. El artículo incluye una revisión de talleres realizados en diferentes contextos, desde áreas rurales hasta urbanas, donde se abordaron temáticas como el acceso a la salud, la memoria territorial, el ocio juvenil y diversas problemáticas sociales. Además de las aplicaciones prácticas, se resalta la importancia de los aportes teóricos y metodológicos que han enriquecido esta práctica a lo largo de los años. El intercambio con investigadores de América Latina, especialmente de Brasil, ha sido fundamental en la consolidación de la cartografía social, permitiendo la incorporación de nuevas herramientas como el derrotero, que facilita la traducción de objetivos cartografiables en capas visuales y conversacionales. El texto concluye señalando los desafíos futuros de la cartografía social, especialmente en su articulación con las tecnologías emergentes, como los sistemas de información geográfica y la inteligencia artificial. Sin embargo, se mantiene el énfasis en que la base de esta metodología sigue siendo la participación activa de las comunidades, asegurando que los mapas no solo reflejen realidades territoriales, sino que también las transformen y produzcan.
En inglésThe article addresses the development and application of “gaúcha” or “encounter” Social Cartography since 2007, highlighting its evolution and methodological contributions in the construction of community maps. This form of cartography arises from interdisciplinary collaboration among geographers, social workers, sociologists, architects and anthropologists, consolidating as a fundamental tool in urban and rural planning, environmental management and the implementation of public policies. It details how this methodology has been applied in various academic and practical experiences, favoring the creation of "common plans" that integrate the collective experiences of the communities, overcoming external observation and seeking active involvement in territorial construction. It is also emphasized how the development of this type of social cartography does not aim to generate representations, but rather aims towards collective production. The importance of the exchange of knowledge and community participation is highlighted, where the social subjects themselves contribute to map creation, making visible some aspects that traditional cartographies usually omit. The article includes a review of workshops carried out in different contexts, from rural to urban areas, where topics such as access to health, territorial memory, youth leisure and various social problems were addressed. In addition to the practical applications, the importance of the theoretical and methodological contributions that have enriched this practice over the years is highlighted. The exchange with researchers from Latin America, especially Brazil, has been fundamental in the consolidation of social cartography, allowing the incorporation of new tools such as the route, which facilitates the translation of mappable objectives into visual and conversational layers. The text concludes by pointing out the future challenges of social cartography, especially in its coordination with emerging technologies, such as geographic information systems and artificial intelligence. However, the emphasis is maintained that the basis of this methodology continues to be the active participation of communities, ensuring that the maps not only reflect territorial realities, but also transform and produce them.