Mi amigo el Dr. Carlos Bruch me relató varias veces que, en sus viajes por la provincia de Catamarca, al pasar por la estación de Mazan, le había llamado la atención una lomita que ofrecía un hermoso color que variaba desde el celeste pálido al azul índigo y que, según noticias recogidas allí, era debido a una tuna especial que cubría dicha localidad.
Muy interesado por este hecho, le rogué que, valiéndose de sus numerosas relaciones por esas partes, buscara conseguirme de algún modo un ejemplar de esa interesante cactácea.
A principio de este año, el Dr. Brüch tuvo la grata sorpresa de que el ingeniero Vladimiro Weiser, que viajaba por esas regiones con fines arqueológicos, le remitiera algunos ejemplares de la codiciada tuna, los que, con su bien conocida amabilidad, compartió conmigo, acompañándolos con la hermosa fotografía que adjunto.
Desgraciadamente, todos los ejemplares conseguidos eran estériles y su cultura durante los meses de este verano no nos ha brindado flores; según noticias enviadas por el ingeniero Weiser, las flores son a veces de un blanco azulado, otras veces de un tinte azul bien definido.