El arsénico es quizás uno de los elementos más peculiar y subvalorados por el ser humano. A lo largo de la historia su uso ha sido constante, sin embargo, sus consecuencias sobre la salud han sido tal vez subestimadas. Es un metal entre los más comunes de la corteza terrestre y su movilidad en las aguas subterráneas lo convierten en una amenaza constante para la salud pública y un desafío tecnológico para la ciencia argentina.