Entre los años 1966 y 1970 se llevaron adelante en la Argentina una serie de reformas dirigidas a transformar integralmente el sistema educativo. Dos de las políticas más importantes en este momento lo constituyen la “terciarización” de la formación docente y la reforma de la escuela intermedia.
Mientras algunas iniciativas fueron descartadas o se implementaron por un período corto de tiempo, a causa de las presiones de ciertos sectores como agrupaciones docentes, grupos intelectuales, entre otros, la de la formación docente se implementó y permaneció a lo largo del tiempo. Si bien no fue fuertemente resistida, como si lo fueran otras en este período, como la de la escuela intermedia, sí generó una serie de debates y tensiones en los colectivos, asociaciones o gremios, ya que estaba en juego una cuestión central: la identidad docente.
Dicha reforma supuso el cierre y transformación de una institución centenaria, la Escuela Normal Nacional, fuertemente ligada a la historia de la educación argentina, y su remplazo por una nueva: los Institutos Superiores de Formación Docente. Esta transformación conllevaba la redefinición dela identidad del docente y su práctica, pensadas ahora desde nuevos marcos teóricos.
Frente a ello las asociaciones docentes expresaron diferentes posiciones lo cual implicó una discusión, en su interior y entre ellas, respecto de cuestiones que atañen a lo gremial propiamente dicho –salariales, estatutarias, de condiciones laborales– , a lo político, en términos de los discursos públicos de crítica, oposición o acercamiento a las gestiones educativas o los gobiernos y, fundamentalmente, a la identidad del maestro, identidad que estaba re-conceptualizándose desde el campo teórico, los organismos internacionales y los propios colectivos docentes.