Una primera imagen del espacio de la escuela se asocia con aula dotada de un pizarrón y unas sillas para la enseñanza, además de un patio para la recreación. Sin embargo, en la arquitectura semántica de la espacialidad de la escuela pulula una pluralidad de sentidos. De este modo, sería reiterante además de reduccionista abordar la temática de la espacialidad de la escuela desde la lógica de su infraestructura física, pues, la escuela no puede ser reducida a su forma. En este sentido, si se decantasen todas estas armaduras físicas del estuche férreo de la escuela y todas las intencionalidades que subjetivaban su espacio ¿qué espacio no desaparecería para seguir siendo escuela? Seguramente, lo que sobreviviría sería aquel espacio que permitiría la emergencia de maestros y aprendices intencionados pedagógicamente. Se intentará rastrear entre la diversidad de lugares que coexisten en la escuela, un lugar central que se caracterizaría como fenómeno apropiado por un ser maestro-aprendiz: el lugar pedagógico de la escuela.