La sistemática es una disciplina que tiene entre sus objetivos principales, identificar, nombrar y clasificar la biodiversidad (Mayr y Ashlock, 1991; Lanteri y Cigliano, 2006; Morrone, 2013), es decir, se encarga de estudiar la diversidad de los seres vivos. Clasificar, en un sentido amplio, significa ordenar o agrupar una serie de objetos sobre la base de algún criterio o atributo que los diferencia. La sistemática elabora herramientas para organizar la diversidad biológica y requiere de la utilización de caracteres taxonómicos, atributos de los organismos que permiten distinguir a los miembros de un taxón de otros (Mayr y Ashlock, 1991; Lanteri y Cigliano, 2006), y que posibilitan llevar a cabo prácticas de identificación y clasificación. Identificar o determinar un espécimen o ejemplar implica la tarea de asignarlo a un grupo o taxón, basado en un esquema clasificatorio preexistente. Un taxón es un grupo de organismos de cualquier rango que es considerado lo suficientemente distinto como para ser reconocido formalmente en una categoría determinada y recibir un nombre (Mayr, 1968). Los caracteres taxonómicos también pueden ser definidos como aquellos atributos heredables cuya variación permite diferenciar grupos, pueden ser de diversas fuentes y cuentan con distintas alternativas o variantes denominadas estados de carácter (e.g. carácter: forma del estilete; estados: recto, curvo). Es trabajo de los taxónomos reconocer, seleccionar, definir y analizar dichos atributos o caracteres.