El trabajo analiza la representación fotográfica de Eva Perón en el diario El Día de La Plata desde sus apariciones públicas en 1951 hasta el anuncio de su fallecimiento en 1952. Se destacan tensiones entre el cuidado de su imagen oficial, gestionada por la Subsecretaría de Informaciones y Prensa, y el deterioro físico causado por su enfermedad, visible en sus últimas fotografías. A pesar de la intención gubernamental de proyectar a Evita como símbolo de vitalidad y compromiso, su figura se redujo a retratos icónicos que consolidaron su lugar en el imaginario colectivo tras su muerte.El estudio examina cómo El Día, un periódico conservador, reflejó esta transición, utilizando imágenes oficiales cuidadosamente seleccionadas que reforzaban la narrativa del régimen peronista. Sin embargo, hacia el final de su vida, las imágenes de Evita se limitaron a un retrato pintado por Numa Ayrinhac, difundido masivamente tras su fallecimiento, lo que marcó un quiebre entre su figura política y su construcción simbólica como ícono eterno. El trabajo también aborda el impacto de la fotografía como herramienta de apropiación simbólica, destacando cómo su uso en los medios permitió la reproducción masiva de una Evita idealizada. Esta representación, alimentada por el culto a su figura, trascendió su vida para convertirse en un elemento central de la memoria peronista y en un objeto artístico revisitado constantemente.