La cuenca amazónica cubierta por extensas e intrincadas selvas y recorrida por prolongados cursos fluviales, se vio súbitamente invadida por seres portadores de un nuevo elemento que, por su naturaleza, tuvo una inmediata difusión entre los numerosos grupos indígenas que en ella habitaban. El hierro, sea bajo la forma de machetes, hachas, espadas, azadas y empleado por los nuevos visitantes como obsequio, con el propósito de lograr un contacto pacífico, fue sumamente codiciado por los nativos quienes llegaron a desplazar y sustituir los tradicionales artefactos de piedra, hueso o madera. Este verdadero impacto cultural ha motivado monografías etnológicas en las cuales se destaca la conmoción que puede provocar en un grupo etnográfico, un aporte de tal envergadura. Investigadores de reconocida seriedad consideran que los instrumentos de hierro, a veces alguno en particular, han provocado un total trastrueque de las estructuras sociales, para dar lugar en ciertos casos a una verdadera situación de desintegración y de miseria.