Una historia oral es una narración llamada a difuminarse, a recrear el instante, a desarrollar una trama que la imaginación nos dicta. Por eso, este relato –ya sin el destinatario- comienza en el último capítulo. Ahora, hecho palabra escrita, plasma una crónica tan verosímil como ficcional, sobre la casualidad y el desencuentro. Luego retorna, trasciende y se apropia como un dato vindicativo e identitario. Una mirada sobre el patrimonio cultural intangible y a la vez un interrogante que puede reiniciarse infinitamente.