Es posible que el futuro traiga consigo aún más cambios y convulsiones que los de los últimos veinticuatro meses, pero los años 2011-2013 quedarán registrados en la historia como el punto de inflexión en que comprendimos en forma definitiva que ningún país del mundo representa un modelo de comportamiento cívico, y que ningún poderoso tiene autoridad moral para darnos lecciones a los argentinos. Por lo menos en Estados Unidos y Europa, quedó claro que nada era lo que parecía ser, y que nosotros, ingenuos y asombrados sudacas, pronto estaremos habitando un planeta política y económicamente irreconocible.