El escenario de incertidumbre que genera la crisis económico-financiera internacional por su expansión al conjunto de la economía mundial, debilitando al multilateralismo tanto global como regional y generando inseguridades sobre su trayectoria futura lleva a mostrar la complejidad del fenómeno en cuanto a su intensidad, diferentes dimensiones y correlaciones con otras tendencias críticas como la medioambiental, energética y alimenticia. Asimismo se asiste a la fragmentación de la producción a escala global en manos de cadenas trasnacionales de valor y a la generación de mega acuerdos preferenciales interregionales.