El período histórico que va de 1955 a 1973 estuvo marcado en la Argentina por un conflicto central:
la proscripción del partido peronista. Si bien durante esos dieciocho años el país atravesó por un profundo proceso de tecnificación y modernización cultural, paradójicamente, el golpe de Estado al gobierno constitucional de Juan Perón (1955) abrió una etapa caracterizada por la imposibilidad de canalizar las controversias político-sociales por vías democrático-institucionales.
Como era de esperar, la marginación del peronismo de toda opción legalizada de acceso al poder tuvo diversas consecuencias, no sólo porque condujo a los sectores duros de ese partido hacia canales informales e insurreccionales de reclamo, sino porque condicionó el desarrollo de toda práctica cultural. Asimismo, para los nuevos y sucesivos huéspedes de la Casa Rosada, garantizar la gobernabilidad requirió de una creciente represión contra quienes resistían la privatización de las decisiones políticas y la pérdida de beneficios sociales conseguidos durante las gestiones presidenciales de Perón.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)