Hace 14 años secuestraron a mi hijo y lo entraron con vida en la Comisaría 9ª de La Plata. A partir de ese momento nadie volvió a ver a Miguel. Los asesinos, los torturadores y sus cómplices siguen torturándonos con su ausencia.
Seguimos pensando en el día que podamos encontrar su cuerpo, sepultarlo y tener al menos un lugar donde poder llevarle flores.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)