El objetivo del artículo es indagar sobre los aportes que Claude Lévi-Strauss formuló a la historia del arte en su amplio estudio de culturas originarias, y desprender de esto mismo el concepto de obra de arte presente en su estética estructuralista, la cual trascendió la realidad material de la obra en pos de los signos que conformaron los sistemas sociales o estructuras por él abordadas. Esta concepción lo alejó de los postulados marxistas que en un principio lo habían influenciado como investigador, debido a que, para estos pensadores la actividad artística, está determinada por los modos de producción de determinada sociedad y no en su función simbólica.
La producción artística formaba parte en las sociedades estudiadas por él de una actividad comunal que era vivenciada por todos sus miembros, objetivo que creyó necesario para que la obra de arte tuviera entidad como tal y que plasmó en el libro Arte, Lenguaje y Etnología, al referirse a las carencias y virtudes de los artistas modernos.
Resulta importante para finalizar, resaltar que su mayor aporte a la Historia del Arte radica en haber entendido a la obra de arte como un objeto de conocimiento, como signo de comunicación; exaltando de esta forma su carácter y la importancia que los estudios metodológicos de las mismas representan para la consolidación del campo artístico.