El conflicto árabe-israelí en el Cercano Oriente, configura uno de los problemas más inquietantes y polémicos de nuestro tiempo y constituye asimismo, un paradigma de confrontación propio de la segunda post-guerra que posee una definida proyección internacional. Sus orígenes son remotos y en él se articulan de manera simultánea, problemas territoriales, fricciones religiosas y culturales y cuestiones económicas y geopolíticas. A partir de 1945, las diferencias entre árabes y judíos se profundizaron y se complicaron con los intereses de terceras potencias y el surgimiento de rivalidades y tensiones propias de un sistema bipolar. La declaración de la independencia israelí y la guerra que se desencadenó entonces, constituyen factores esenciales del proceso. Es por ello que resulta fundamental analizarlos adecuadamente a fin de interpretar, no solamente el proceso histórico, sino también la coyuntura presente en la cual el conflicto no ha podido ser superado. En este sentido creemos que es importante reflexionar sobre la guerra de Palestina como parte integrante de un conflicto de baja intensidad. En este trabajo nos proponemos analizar la guerra del 1948 desde una perspectiva específica: como respuesta unívoca al problema de la supervivencia colectiva; como factor de aglutinamiento político, social y psicológico y finalmente, como instrumento de afirmación identitario que posibilitó la concreción del “sueño judío”. En este sentido, creemos que esta guerra tuvo un alto valor pragmático y simbólico para el pueblo judío pues colaboró eficientemente en la instauración del Estado, legitimó la creación y el desarrollo del ejército y marcó una impronta en la mentalidad colectiva. Esto la convierte en una contienda “fundacional” que posibilitó a la comunidad el logro de objetivos comunes, largamente anhelados, y le aseguró su existencia y su continuidad histórica misma.