Los atentados del 11 de setiembre de 2001 produjeron una modificación sustancial en la agenda internacional, colocando el combate al terrorismo como uno de los tópicos prioritarios a nivel global. Fue así como algo que se vislumbraba hace cinco años, el día de hoy forma el eje central, al menos desde los discursivo, de la agenda internacional de la superpotencia, la cual a través de políticas concretas, ha tratado de exportar dicha agenda, llevando a cabo lo que se ha denominado como “securitización” de la agenda internacional. Tal proceso de “securitización” ha planteado nuevos desafíos a los países que comparten el hemisferio con los EE.UU., en virtud de que, en toda ocasión que se le presentó, los términos en los cuales se desenvuelve la política exterior norteamericana se vinculan, de manera directa o indirecta, con el combate al terrorismo.