Unidad de traslado de Carlos Ríos (último libro de siete publicados solo el año pasado) presenta numerosas dificultades cuya exposición requeriría un tiempo y espacio mayores que los dados en un género como la reseña. Por empezar, la lectura de estos poemas no acaba en los poemas, sino que se extiende a su soporte en tanto signo, puesto que el formato de este libro tiene las características de lo que comúnmente el mercado denomina libro-objeto. En este caso, el diseño del empaque tienta la dispersión y el extravío (o la fuga) de las piezas que lo componen, a la vez que suministra al conjunto una continuidad de sentido intermitente que escapa a la lectura alfabética: se trata de una caja que porta 33 poemas en 22 rectángulos de papel sin numerar, sueltos uno de otro y con posibilidades de ordenación prácticamente infinitas.