Uno de los aspectos más interesantes de hacer arqueología urbana es la posibilidad de realizar, en medio de una vereda cualquiera, un trabajo que en general se supone que sólo se desarrolla en lejanos desiertos o montañas. Así, el público puede asomarse al balcón de su casa y seguir paso a paso la excavación de los restos de un antiguo convento o ver qué se recupera de los escombros de una casa colonial en el mismo paseo que los lleva a la panadería.