Con la conquista española de América no sólo se produjo un rápido descenso de la población indígena, por efecto de enfermedades y por expoliación directa, sino también una intensa persecusión ideológica. Los templos y los ídolos fueron destruidos, pero los dioses permanecieron vigentes hasta la actualidad, especialmente en las áreas rurales. Es allí donde hoy desarrollan su actividad los curanderos y sacerdotes del mundo andino, quienes intentan curar las enfermedades y propiciar a las divinidades para evitar su castigo o invocar su perdón.