Con sólo catorce años de edad Héctor Ferreira ingresó en el Museo de La Plata en diciembre de 1956. Desde ese momento y sin interrupciones, dedica muchas horas de su vida a la labor artesanal del cuidado de las colecciones entomológicas. Con la fascinación que caracteriza a un niño recién salido de la escuela primaria, sumada a la curiosidad natural y el temor a lo nuevo, Héctor Ferreira, por intermedio de su tío, Ismael Ferreira, da sus primeros pasos en esta institución. Con estricto saco y corbata y el pantalón corto acorde con su edad, adquirió sus primeros conocimientos al lado de Alberto Argemí, jefe de preparadores en ese momento.