En español
El concepto de “frontera” resulta problemático debido al uso corriente que se le da al término. Está naturalizada la noción de una frontera exclusiva: una barrera que divide un territorio A de un territorio no-A, rigiendo el principio aristotélico del tercero excluido. Para el estudio de sociedades de la antigüedad debemos necesariamente desembarazarnos de tales preconceptos. En el presente trabajo nos proponemos observar la factibilidad de utilizar tal concepto para entender las divisiones (no sólo físicas) en el Antiguo Egipto. Teniendo en cuenta el uso reiterado de estelas en la demarcación del espacio proponemos, a partir del estudio de las mismas, interrogarnos acerca de qué es exactamente lo que ellas delimitan y por qué se las utiliza para ello. Los casos testigo de las estelas que marcan el límite de la ciudad de Akhetatón y las llamadas falsa-puerta nos servirán para ilustrar nuestras tesis. Las primeras, erigidas para ser vistas, decretan un límite físico; las segundas, ocultas dentro de tumbas privadas, hacen las veces de límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos. En apariencia diferentes, encierran en realidad una misma función: separar regiones cósmicas, manteniendo al Caos fuera del territorio donde reina el Orden.
En inglés
The concept of “border” proves to be controversial due to its common use. We have naturalised the notion of an exclusive border, that is, one which divides an A territory from a non-A, according to the aristotelian law of the excluded third. When studying ancient societies we must necessarily abandon such preconceptions. In this paper we examine the pertinence of using the concept of “border” to understand (not only physical) divisions in Ancient Egypt. Minding the extensive use of stelae in the marking of spatial boundaries throughout egyptian history and based on the careful study of stelae, we aim to discern what is it that they separate and why they are used in that fashion. We will study the cases of both the boundary stelae of the city of Akhetaten and the so-called false-door stelae in order to illustrate our theses. The first ones, erected to be seen, mark a physical limit, while the second group, occult inside private tombs, signals the border between the world of the living and that of the dead. Aparently different, they have on the contrary the same function: to separate cosmic regions, keeping Chaos outside of the territory where Order rules.