No es sencillo hablar (escribir) sobre lo que uno mismo ha producido. Se espera que el producto, el fruto de tantas reflexiones, pensamientos, aspiraciones y anhelos cristalizados en un libro hable por sí mismo. Por propia experiencia sé que los libros encierran universos maravillosos. Por un lado, llevan nuestro pensamiento y ponen al alcance de nuestra conciencia ideas, paisajes, emociones, conceptos, sensibilidades que no tenían espacio en nuestro propio ser hasta el preciso instante en el que las hojas de papel se abren y nos invitan al descubrimiento de mundos nuevos.