Antes de comentar las observaciones sobre mi trabajo de investigación etnográfica, es importante considerar que el mismo fue un ejercicio académico breve, realizado en el marco de una materia llamada Metodología y Técnicas de la Investigación de Campo, en la carrera de Licenciatura en Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires. Se llevó a cabo durante el primer cuatrimestre de 2015 y consistió de observaciones participantes y entrevistas -aproximadamente 12 horas en total- a interlocutores escogidos como pertinentes en diversos contextos multisituados de Capital Federal y Zona Oeste del Gran Buenos Aires. También es importante mencionar que al momento de realizar el trabajo de campo yo poseía un dominio básico de la temática musical con la cual me enfrenté; algunos años atrás había adquirido un acervo cultural sobre el metal extremo cuando participé de una escena musical de metal extremo, de similares características a la bonaerense, en la ciudad de Valparaíso, Chile.
La música que exploro en la problemática de mi investigación es el metal extremo, cuya delimitación conceptual es establecida por los propios interlocutores. A diferencia de otras definiciones que lo convierten en un subgénero musical en sí mismo, el metal extremo es un conjunto enorme y heterogéneo de subgéneros derivados de dos géneros más amplios: death metal y black metal.Estos géneros son caracterizados como la versión más cruda y brutal del metal. Cada subgénero posee características constitutivas y diferenciadoras que han de ser respetadas. Mi atención se concentrará en el metal extremo ya que el mundo social que intento relevar solo puede concebirse por el manejoy la ejecución de las prácticasorientadas a su reproducción y expansión.