Ginkgo biloba L. (Ginkgoaceae) —un árbol ornamental popular en parques y veredas de nuestra ciudad— es ideal para la forestación urbana debido a su gran resistencia a pestes y contaminación, así como también por su bajo potencial invasivo. Esta especie, también conocida como “fósil viviente”, es considerada una de las más antiguas, ya que ha sobrevivido durante millones de años en la superficie de nuestro planeta, soportando incluso catástrofes nucleares como la bomba de Hiroshima. Las hojas verdes desecadas de ginkgo, cuya primera citación como agente medicinal se remonta al siglo XVI en la farmacopea tradicional China, se han utilizado históricamente para mejorar la calidad de vida de los pacientes y el deterioro cognitivo asociado a la edad. Si bien no se conoce con exactitud cómo actúa esta droga en el organismo, se cree que interviene protegiendo a las neuronas, ya sea de forma directa o indirecta, regulando el flujo sanguíneo o neutralizando las especies reactivas de oxígeno conocidas como radicales libres. Actualmente, el extracto de hojas de ginkgo es una de las drogas de origen vegetal que lleva más tiempo en el mercado, formando parte de variadas formulaciones fitoterapéuticas y suplementos dietarios, comercializados generalmente en forma de comprimidos de administración oral. El proyecto educativo “Forestando con ginkgo” fue desarrollado por la profesora Inés Fangano en el Colegio Secundario Lincoln de la ciudad de La Plata con la propagación de ginkgos y su posterior trasplante a espacios públicos como principales objetivos. Basándonos en las aplicaciones medicinales de los principios activos presentes en las hojas del ginkgo se planteó la actividad de extensión educativa universitaria “Ginkgo: el árbol de la buena memoria” como una articulación con el proyecto antes mencionado.