El actual escenario latinoamericano plantea, a partir de los cambios registrados fundamentalmente en el aspecto político, un nuevo contexto en materia de integración regional.
Estas modificaciones impactan, por un lado, en el debilitamiento de bloques que parecían amalgamados como es el caso de la UNASUR concebido como un foro de cooperación, concertación y solución de conflictos regionales.
Al mismo tiempo y consecuentemente, los países de la región se han lanzado en búsqueda de nuevas alternativas de desarrollo a partir de negociaciones que permitan usufructuar al máximo sus potencialidades económico-productivas.