Desde hace poco más de dos décadas, en la Argentina -pero también a nivel latinoamericano- se ha observado un incremento de la población carcelaria femenina.
En nuestro país, desde el año 1990 hasta el 2012, el número de mujeres detenidas en cárceles federales aumento en un 193%, mientras que el crecimiento de la población masculina fue del 111%1.
A pesar de la nueva realidad carcelaria que se traza con el aumento de la población femenina y observando el desarrollo de cada vez más instalaciones (la habilitación tanto de viejas cárceles masculinas como de “anexos femeninos” en penales de varones) destinados a alojar mujeres, no se ha indagado de manera exhaustiva en las consecuencias de la prisionalización en las mujeres y en la sociedad en general, lo cual ha tenido como principal consecuencia la invisibilización del lugar de la mujer en estas redes de poder que, efectivamente, también las vigilan y castigan.