La historia de la bibliotecas en la Argentina, como señalan Alejando Parada y Carolina Sancholuz en el prólogo de Libros, lectores y sociabilidades de lectura, tiene más deudas que volúmenes en su haber. Esto es cierto aún hoy, más que una década después que autores como Graciela Batticuore, José Luis de Diego y el mismo Parada, entre otros, instalaran mediante su producción el problema de la circulación de los impresos y la lectura como un tópico relevante en la agenda de las ciencias sociales autóctonas. Es justo, entonces, que sea un investigador de formación en bibliotecología quien responda al llamado y comience a llenar los muchos vacíos en nuestro conocimiento del devenir histórico de las bibliotecas en la Argentina.
En este libro Javier Planas (2017) regresa a un momento inaugural de esa historia, al rastrear y analizar el surgimiento, auge y decadencia de la primera experiencia de bibliotecas populares en el país. Pero no lo hace desde un lugar estrictamente bibliotecológico, sino que incorpora elementos de las discusiones historiográficas recientes sobre el libro y el impreso en la Argentina decimonónica, y fuera de ella también. En particular se nutre de la tradición “chartiana” de la historia de lectura, proponiéndose reconstruir lo mejor posible, mediante las fuentes disponibles, las prácticas de lectura en las que incurrían los asistentes a las bibliotecas populares hace ciento cincuenta años. Siempre citado, la labor de Roger Chartier y los demás historiadores de la lectura franceses es un faro perenne a la producción vernácula sobre el tema, aunque a menudo no pasa de la enunciación y el citado.