Hasta épocas relativamente recientes, los estudios taxonómicos o biosistemáticos eran parte de un dominio reservado a los especialistas en la materia, como botánicos, zoólogos o biólogos, quienes recurrían a las llamadas ciencias auxiliares en procura de los datos necesarios para erigir sus sistemas de clasificación. Resulta curioso comprobar que hoy, por una extraña paradoja, todas o casi todas esas ciencias buscan el auxilio de la Sistemática para llevar adelante o resolver una gran parte de los problemas que se les plantean.