Dentro de la historiografía argentina, los trabajadores y trabajadoras han sido un objeto de estudio privilegiado. Sin embargo, dentro de la prolífica producción sobre el mundo del trabajo, la historia de las ocupaciones del sector administrativo y de quienes se desempeñaban en ellas ha ocupado un lugar más bien menor. Este limitado protagonismo dentro de la historiografía se contrapone con la importancia que el sector ha adquirido desde principios del siglo XX en los centros urbanos de Argentina en general y, particularmente, en la ciudad de Buenos Aires. En ese sentido, el libro de Graciela Queirolo, Mujeres en las oficinas. Trabajo, género y clase en el sector administrativo (Buenos Aires, 1910-1950), constituye un aporte sustancial para reponer aquel vacío historiográfico. Allí, la autora repone parte de la historia de las empleadas administrativas o, como fueron definidas hasta mediados del siglo XX, las empleadas de escritorio.
El estudio se inscribe en la intersección de los debates planteados por la historia laboral con perspectiva de género y por la historia de las clases medias. En constante diálogo y discusión con ambas líneas de investigación, la autora se propone, entre otras cosas, dar una respuesta a la clásica pregunta que las ciencias sociales realizaron en torno a la identidad social de los y las empleadas. En ese sentido, la paradoja de la empleada propuesta por Queirolo, permite dar cuenta de las tensiones entre las ventajas distintivas y la inequidad laboral que caracterizaron a estas trabajadoras.