Es extenso y cada vez más ampliado el uso de psicofármacos para las más diversas aplicaciones, ya se ha alejado la época en la cual era una indicación privativa de los psiquiatras o de los neurólogos, también ha pasado el tiempo en que la toma de una “pastilla para los nervios”, dejaba etiquetado a aquel que la consumía como “el loco”. Casi todos los especialistas prescriben algún tipo de estos medicamentos, y los usuarios no encuentran contradicción alguna, ni sorpresa por recibir las indicaciones de ansiolíticos por el clínico, o antidepresivos por la ginecóloga.
Tal variación en el estado de las cosas, tiene múltiples aristas: la disolución paulatina del campo de la llamada salud mental en la medicina, la expansión de las aplicaciones