Concientes de la dificultad que presupone leer una obra de teatro, el presente trabajo centra su atención en una de los componentes de naturaleza tridimensional, que permanece aletargado en el texto literario dramático a la espera de su despliegue escénico. En el caso del teatro clásico, obviamente, todo análisis del mismo privilegia el diálogo, sobre el que indefectiblemente se debe trabajar, aunque es posible no desantender los rasgos de representatividad presentes en las acotaciones escénicas (didascalias) enmascaradas dentro del discurso de los propios personajes. Pueden considerarse objetos, dentro del teatro, los cuerpos de los comediantes, los elementos del decorado y los accesorios. Un estudio completo debería incluir la problemática objetual dentro del ámbito más complejo de la espacialidad escénica. Por nuestra parte, recortaremos el enfoque a los objetos accesorios que el texto literario señala como presentes en la representación, dejando de lado aquellos que son meramente evocados (extra-escénicos) y aquellos otros que, pudiendo estar presentes y funcionando como signos exclusivamente visuales, sin apoyatura verbal, no han dejado su rastro en el discurso hablado.