Tradicionalmente se había considerado el capital como el factor fundamental en el proceso de crecimiento. Estudios modernos demostraron la inconsistencia de tales afirmaciones destacando la importancia de otros elementos en dicho proceso, si bien últimamente la tendencia es considerar que todo el progreso tecnológico está incorporado en las nuevas inversiones. En la Argentina se observa, sin embargo, que elevadas tasas de inversión no se han correspondido con altas tasas de crecimiento del producto. En el estudio se demuestra que esta situación se debió fundamentalmente a la baja productividad de las nuevas inversiones y que los incrementos de capital y mano de obra no fueron los determinantes de las variaciones anuales en las tasas de crecimiento, y una política orientada únicamente a estimular el ritmo de formación de capital podría no conducir a los resultados esperados. En el trabajo se trata de demostrar que, en general, elevadas tasas de crecimiento global de la economía están asociadas con elevadas tasas de crecimiento del sector manufacturero, siendo el progreso tecnológico incorporado, las economías de escala y el aprendizaje por la práctica, características esenciales de todo proceso de industrialización. Ya que las inversiones en la Argentina no fueron dirigidas particularmente a este sector y no buscaron desarrollarlo en forma especial, se comprende porqué la productividad de las mismas se mantuvo a bajos niveles y porqué una satisfactoria tasa de formación de capital no se tradujo en una tasa de crecimiento del producto igualmente satisfactoria.