Si lográramos elevarnos a las altas capas de la estratosfera en el orden de los trescientos kilómetros y con ello también la visión permitiese abarcar el área continental comprendida entre los 22° y 56° sur, que son los extremos latitudinales en que se desarrollan los territorios de Argentina y Chile, los extremos meridionales de Bolivia, Paraguay y Brasil e íntegramente el Uruguay, nos sería dado, en la extraordinaria panorámica, apreciar el desarrollo de tres grandes áreas de morfología distinta: la primera en el poniente, con los Andes. La segunda área en el centro y con mayor amplitud, corresponde a las tierras bajas, llanuras y planicies, que bajando desde las montañas andinas en toda su longitud, aparecen delimitadas en el naciente por los grandes ríos Paraguay, Paraná y Plata. La tercera en el naciente (NE), entre el río de la Plata y el Atlántico.
Este esbozo de ubicación de los tres ambientes cuya morfología tiene su explicación, además del desarrollo y conexiones de las distintas estructuras geológicas sudamericanas, por la intervención de una serie de hechos paleogeográficos que no es del caso considerar, nos permitirá indicar en sus grandes líneas la aproximada posición y edad de los receptáculos (desde luego referidos a las acumulaciones marinas y terrestres o ambas a la vez que los rellenaron, los movimientos tectónicos que los afectaron así como las condiciones paleoclimáticas y actuales determinantes del aporte hídrico) y con ello referir las condiciones hidrogeológicas reinantes en los principales yacimientos del agua subterránea que corresponden a las cuencas neógenas de hundimento y sedimentación.