La historiadora Graciela Queirolo afrontó el difícil desafío de contribuir a un campo que, aunque aún en construcción, exhibe ya una notoria fecundidad y ha sido abonado por estudios señeros e influyentes. Puede decirse que su libro está a la altura de las circunstancias y supera con creces las expectativas. En buena medida no sorprende, al tratarse de una obra que resulta de una extensa y laboriosa investigación de posgrado, bajo la dirección de una pionera en este campo -como lo es Mirta Z. Lobato (2007)- y cuya base preliminar –una sólida tesis doctoral- mereció el reconocimiento de la Asociación Latinoamericana e Ibérica de Historia Social (ALIHS).