Las transformaciones fundamentalmente políticas, pero también sociales y económicas evidenciadas a nivel global desde fines del siglo pasado y comienzos del actual, han repercutido en mayor o menor medida en las estructuras gubernamentales de los Estados en general y de la región latinoamericana en particular. En tal sentido, a raíz de los cambios en las orientaciones políticas, se han registrado modificaciones en la asignación de los recursos de origen fiscal con una fuerte inclinación hacia nuevas formas de administración y gestión en busca de procurar la satisfacción de necesidades que emergen de la dimensión social.
Paralelamente, la adopción de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para el año 2030 (ODS 2030) ha colaborado como disparador en la reformulación de las diferentes políticas públicas en pos de alcanzar el mayor grado de satisfacción posible en cuanto al cumplimiento de los mismos –los objetivos-, entendiendo que a partir de la conformación de estructuras fiscales fuertes es posible generar nuevas instancias de concertación, cooperación e integración.
Este nuevo paradigma de gestión gubernamental mostrado en los últimos años sumado a la incertidumbre y el futuro incierto de los distintos esquemas de integración en Latinoamérica, obliga a un replanteo de las materias y los sectores que resultan prioritarios para el desarrollo de acciones conjuntas de los países integrados.
El contexto descripto ha sido receptado por los estudios que conforman este nuevo número de “Aportes para la Integración Latinoamericana”.