Hace tiempo que, con las dificultades propias de una situación adversa (para decirlo dé una manera más o menos elegante), miro e invito a mirar en el alboroto de los recreos escolares. Me entusiasman las formas prácticas del juego infantil. Observar y registrar sistemáticamente constituye una posibilidad apasionante. La información se vuelve generosa. Abre la curiosidad. Insinúa multiplicidad en pistas e indicios. De esa manera trabajo en compañía de un grupo entrañable de maestros rurales (ya que -debo aclararlo- es en escuelas rurales donde se encuentra momentáneamente instalado nuestro compromiso de trabajo).