Las retenciones son el único instrumento que posee el Estado para hacer frente a las consecuencias no deseables de un aumento de precios internacionales de productos agroalimentarios, con el actual marco regulatorio e institucional del país. El conjunto de instrumentos alternativos fue desmantelado durante los años '90, dejando los mercados domésticos de alimentos a merced de la evolución de los precios internacionales y del poder de mercado de los grandes traders de granos. En consecuencia, que las retenciones se apliquen ahora no es el resultado de un capricho del gobierno actual sino de un conjunto de decisiones tomadas en el pasado. Seguramente este instrumento es insuficiente y resultaría innecesario si la Argentina hubiera mantenido otros mecanismos institucionales que supo crear a lo largo de su historia, y que en otros países permitieron el desarrollo de las cadenas agroindustriales diversificadas. Nuestro país es el único entre los cinco principales exportadores mundiales de cereales que no cuenta con mecanismos de regulación del comercio de materias primas.