Quienes manejan corrientemente fermentos lácticos, habrán tenido ocasión de observar que aún cuando se efectúen los transplantes a medios adecuados con la frecuencia y regularidad requeridas, no es excepcional la pérdida de alguna cepa, sin que ello pueda ser imputable a deficiencias en la técnica bacteriológica.
Al principio de este año nos hallamos frente a uno de esos casos.
De entre las lactobacterias de nuestra colección había una cepa de un bacilo láctico del grupo acidúrico, aislado por nosotros del intestino humano, que considerábamos ya perdida. A raíz de su aislamiento desarrollaba muy bien en leche, la que coagulaba originando conveniente acidez. A los pocos subcultivos en leche, constatamos que el bacilo había perdido su aptitud coagulante, su poder acidógeno y que la observación microscópica de preparados teñidos, no nos revelaba ya la presencia de nuestra bacteria. Por ello fué que la conceptuamos ya perdida.