El Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires, por decreto fechado el 2 de septiembre de 1922, designó al director de la Oficina Química de la Provincia doctor Carlos A. Grau para que redactara el «Código Analítico de la Provincia de Buenos Aires», trabajo que debe comprender, según el decreto, las exigencias oficiales de pureza y normas de apreciación de substancias alimenticias y bebidas, medicamentos, productos comerciales e industriales, etc.
En mayo 31 de 1927, después de casi cinco años de labor, el nombrado elevó a la consideración del Poder Ejecutivo la primera parte del mencionado trabajo referente a alimentos y bebidas, es decir, lo que en bromatología se llama «Codex Alimentarius». El trabajo resultó penoso debido al contralor de datos que se debió hacer en procura de que dicho código alimentario no resultara una simple copia de reglamentos extrangeros.