Desde sus comienzos, la Antropología reparó en los diversos signos inscriptos en los cuerpos de aquellos a quienes estudiaba (Le Breton, 1990), pero pronto se hizo evidente que esos signos y esos cuerpos podían dar cuenta de diferencias culturales, reconocibles en un amplio espectro de comportamientos que abarcaba desde los rituales mortuorios hasta la moda (Entwistle, 2002). De alguna manera esos signos eran la manifestación visible de itinerarios culturales específicos.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)