Anaïs Nin escribió en su diario desde 1914 hasta 1977, sin interrupción, a no ser en ese breve lapso que obedeció la indicación de su analista, Otto Rank, quien luego sería su amante y su maestro, que en aquel entonces le había ordenado abandonar la escritura del diario por considerarlo la última defensa contra el análisis. Pero a la altura del Libro III (1939-1944) todo eso es historia. Su tercer desembarco en Nueva York tiene por causa y telón de fondo a la Segunda Guerra Mundial. Tras haber dejado París, comienza una nueva y dura etapa en los Estados Unidos, teñida por el desarraigo e innumerables dificultades económicas. Anaïs sabe lo que se le viene y cierra el Libro II de su Diario despidiéndose de París: “Todos sabíamos que abandonábamos una forma de vida que no recobraríamos jamás. Yo sabía que era el final de nuestra vida romántica” (1987: 446).